Una de las situaciones clásicas que se presentan ante un hecho como una huelga es saber qué incidencia ha tenido. Las dos partes implicadas en el asunto, el que convoca y el que recibe el desafío, siempre se han afanado en dar unos porcentajes que avalen sus planteamientos. Las personas que acudían a los medios para saber a ciencia cierta qué había pasado se encontraban con unas cifras dispares según quién las explicaba.
El periodismo de datos acaba con el problema. Ya no se trata de ir tajo por tajo para saber qué ha ocurrido o preguntar a unos y otros. Ahora, es cuestión de mirar en las tablas de consumo de energía qué sucede el día de la huelga y comparar los datos con ese día de la semana pasada o el de la última huelga general. Manejar datos, en suma. Las nuevas tecnolohíasd permiten decenas de posibilidades de obtener informaciones a partis de esos datos. Es algo frío, aunque en este caso suponga consumo de energía, y que no deja dudas. Si se para se consume menos y se consume menos es que se ha parado.
En las manifestaciones pasa algo parecido. Como los convocantes y las autoridades siempre han ofrecido cifras diferentes, se trata de medir el espacio que ocupa la gente manifestada y en función de este dato calcular el número de personas que caben allí. Aunque, con la marcha que lleva la gente joven, dentro de poco cabrán menos porque la mitad o más serán obesos