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Una Escuela Obrera en las obras del embalse de La Peña



Escuela para 50 párvulos y Enfermería para 6 camas.
Colección “Pantano de La Peña”. Fototipia de Hauser y Menet, Madrid.
Legado Montaner. Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca



El embalse de La Peña almacena aguas del río Gállego. La presa se levanta en un estrecho que hace el valle del río en el término de Santa María de la Peña. Esta obra hidráulica fue realizada en las primeras décadas del siglo pasado, congregando durante varios años a muchos obreros que, en ocasiones, viajaron con sus familias, estableciéndose a pie de obra mientras duraron los trabajos. Estas labores comenzaron en 1904 y acabaron diez años más tarde. El primer llenado se efectuó en 1913.
Severino Bello fue el ingeniero director. Había nacido en Madrid en 1866. Terminó la carrera de Ingeniero de Caminos en 1889, siendo destinado a Huesca. En 1903 fue nombrado director de las obras del embalse de La Peña, cargo en el que trabajó a lo largo de todo el proceso de construcción de la presa, siendo también responsable de las variantes de la carretera y el ferrocarril. A lo largo de ese tiempo puso en marcha diversas iniciativas en materia de acción social que publicó en varios números de la Revista de Obras Públicas. Entre ellas figuró la creación de una Escuela Obrera.

 

Severino Bello[1] explicaba que la Escuela Nacional de Triste estaba a tres kilómetros de las obras y “es insuficiente para recibir los alumnos de la población obrera, atraída y temporalmente retenida en el lugar de La Peña”. Para solucionar el problema y encontrar un espacio adecuado, el ingeniero echó mano del almacén general.
La escuela “ocupa una área de 8,25 por 6,75 metros, tomada del almacén general”, explica Bello. “Está abrigada con piso de tarima y forro, de tarima también, por el interior de las paredes y de la cubierta”. Tenía un lucernario fijo a 3,75 metros de altura en la fachada sur, con una visera de tabla para resguardar el interior del sol directo. Había alumbrado eléctrico “para las clases nocturnas de los adultos”.
Sobre la población escolar a beneficiar, afirma que “tienen derecho a serlo todos los niños y niñas del personal de las obras del pantano, desde que se bastan para sus necesidades corporales”. Severino Bello añade que asisten todos, “incluso los del Ingeniero director y Auxiliar facultativo”, pero reconoce que sólo hasta los diez años, “pues alcanzada esa edad les dedican sus familias a menesteres caseros, cuidar hermanitos, pastoreo, etcétera”. Hasta 1911 hubo 20 alumnos, cifra que aumentó hasta los 40 en años posteriores. El número de alumnos adultos, como máximo, fue de 14 personas.
Se guardaba fiesta los domingos “y muy contados días más”. Había tres horas de clase por la mañana y dos por la tarde. En el tiempo más caluroso, sólo se acudía en horario matinal. Cada hora, había un cuarto de hora de recreo: “salen todos los niños, bajo la vigilancia del maestro, a esparcirse al aire libre por las inmediaciones del local”. Para los adultos, las clases eran del 1 de noviembre a finales de febrero, de siete a nueve de la tarde.
La dirección de la escuela correspondía al ingeniero director, “oyendo al maestro, pero éste es autónomo para dar las enseñanzas convenidas”. El ingeniero director, en Navidad, se enteraba personalmente del progreso de cada alumno, según relata Severino Bello.
Los maestros fueron escribientes mecanógrafos de las obras hasta finales de febrero de 1911, dedicando a cada tarea la mitad de su jornada. A partir de ese momento, y a lo largo de los años 1912 y 1913 se dedicaron exclusivamente a la enseñanza. En principio hubo un único maestro y, aunque se planteó darle un auxiliar, “la dificultad en albergar una familia más en las casas provisionales de La Peña” hizo desestimar esta posibilidad.
El material de los alumnos era común, facilitado por las obras del embalse. Para la lectura había carteles, letras y números sueltos de Hernando; El amigo de los niños, de Pazzi; Páginas selectas, de Ibarz; Corazón, de Amicis; El Quijote de los Niños, Episodios Nacionales para niños, por Galdós; Las cien mejores poesías de la lengua castellana, recopiladas por Menéndez Pelayo; Fragmentos de Literatura española, de la Academia Española y Cartulario, de Ferrer Rivero.
Había “mesas y enseres” para veinte plazas, cuadernos de escritura vertical de Blanco, Gramática y Ortografía de la Academia Española y dos telas enceradas de dos metros con elementos de Aritmética.
Entre otro material que detalla Bello figuran pizarras de mano, tablas murales con las cuatro reglas, de Hernando; una esfera terrestre, de P. Morales; una colección de mapas murales, de Vidal de la Blache y Torres Campos; un  cuadro de Geografía física, de Paluzie; un cuadro mural del relieve de la Península Ibérica, de Pérez Alemán; una carta cronológica de historia universal, de Adams, traducida por J. Zavala, y una esfera armilar para los trabajos manuales.
Esta fue una época de muchas obras públicas en el Altoaragón. Al iniciarse los trabajos, la conclusión del Canal de Aragón y Cataluña y el tendido del ferrocarril de Zuera a Canfranc demandaban muchos peones. Hubo que ir a Lugo para traer personas a las obras de La Peña. Más tarde, a partir de 1912, Catalana de Gas y Electricidad, Energía Eléctrica de Cataluña y Riegos de Fuerzas del Ebro (conocida como La Canadiense) demandaron personal para sus proyectos. Al comentar una huelga acaecida en septiembre de 1905, Bello hablaba de 600 obreros acudiendo a la casa del ingeniero en demanda de mejoras.
Este ingeniero relata en sus escritos que la falta de personal y la facilidad de obtener fuerza motriz por existir aprovechamientos hidroeléctricos en el entorno, facilitaron la incorporación de maquinaria a las obras. Tras concluirse la presa, muchos de los obreros que habían trabajado allí marcharon a las Belsué, Moneva y Foix. Los Riegos del Alto Aragón atrajeron a muchos obreros a partir de marzo de 1915, donde también trabajaría Severino Bello dirigiendo sus trabajos durante un tiempo. Este ingeniero, finalmente, volvería a su Madrid natal para regir la explotación del Canal de Isabel II[2].



Planos de la Escuela publicados en la Revista de Obras Públicas




[1] Severino Bello publicó esta serie de artículos sobre las acciones en materia social en la sobras del embalse de La Peña entre los números 2046, de fecha 10 diciembre 1914, y 2060, de 18 marzo 1915 de la Revista de Obras Públicas. Los detalles sobre la Escuela Obrera figuran en el número 2048, de  fecha 24 diciembre 1914.
[2] Luis Germán incluye datos biográficos de Severino Bello en su libro”Obras Públicas e ingenieros en Aragón durante el primer tercio del siglo XX”. Editan IFC y CICCP (Aragón), Zaragoza, 1999.

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