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Centenario del viaducto de Cenarbe

Viaducto de San Juan, o de Cenarbe
Hace cien alños, la fiesta de San Juan en Cenarbe, Castiello y Villanúa debió ser diferente a la de años anteriores. El 24 de junio de 1916 se colocó la última piedra del último de los 28 arcos que componen la espectacuar estructura que conocemos como viaducto de San Juan o de Cenarbe. Es una de las obras de ingeniería más importantes de la línea férrea Jaca Canfranc. Desde Castiello de Jaca a Villanúa, el trazaddo gana considerable altura merced a una serie de obras, entre las que destaca este viaducto. El dia fue muy celebrado, segúan relataban la prensa jaquesa y oscense.
El Pirineo Aragonés daba cuenta en su ejemplar del mismo día 24.

El Pirineo Aragonés, 24 junio 1916

Para celebrar el feliz adelanto de las obras del gran viaducto de la línea férrea en el término de Cenarbe, y con motivo de colocarse hoy la llave del último de sus 28 arcos de fábrica, el acreditado contratista señor Bovio ha concedido fiesta a todos sus obreros, diciéndose por la mañana una misa en la ermita inmediata de San Juan y obsequiándoles después con espléndida comida.

Ermita de San Juan, donde se celebró la ceremonia religiosa

El Diario de Huesca, 27 junio 1916

UNA FIESTA SIMPÁTICA
COLOCACIÓN DE LA ÚLTIMA PIEDRA EN ELVIADUCTO
De fastuosa y simpática puede titularse la fiesta que ayer tuvo lugar en la ermita llamada de San Juan, sita en este término municipal. La romería que á la ermita citada, toáoslos años en este día concurre, tuvo hoy un gran aliciente, cual fue la colocación de la última piedra en el Viaducto que, para las obras de la línea internacional, en dicho punto se ha construido.
Próximamente a las diez salimos de este pueblo, hacia el punto donde la fiesta se celebraba. Durante el trayecto pudimos ya darnos perfecta cuenta de la importancia que revestía. Centenares de personas, formando nutridísimos grupos, marchaban alegremente, comentando con entusiasmo los preparativos que para aquella se habían llevado a cabo.
La obra
Antes de llegar a la ermita, hubimos de detenernos a contemplar la grandiosa obra. Se halla situada en el tercer lote de la línea férrea en construcción. Está formada por veintiocho arcos de ocho metros de luz, apoyada sobre pilas de tres metros de base y dos macizos o estribos extremos que constituyen en total una longitud de cuatrocientos metros. Se desarrolla en una curva de trescientos metros de radio, discurriendo por el centro del valle llamado de San Juan.
Efectivamente, es una obra magna, gigante. Una obra cuyo proyecto puede enorgullecer a su autor, y de cuya feliz terminación pueden vanagloriarse cuantos en ella han laborado.
En acción de gracias
Tres años se han empleado para la construcción del Viaducto y durante ella, a pesar de su importancia, no ha habido que lamentar accidente alguno grave.
Por este motivo el inteligente contratista de la obra don Bernardo Bobio, que ha puesto en ella todos sus entusiasmos, todos sus cariños, ha querido, en acción de gracias, conmemorar la fausta fecha de su terminación.
La fiesta
A las diez de la mañana y ante numerosísimo público, tuyo lugar la colocación de la última piedra y la bendición de la abra por el virtuoso y sabio beneficiado de la Catedral de Jaca, reverendo don Agustín del Olmo. Acto continuo, en unas vagonetas artísticamente engalanadas, trasladáronse los invitados oficialmente a la fiesta, seguidos de todos los obreros, hacia la ermita de San Juan, donde se celebró solemne misa, oficiando el señor del Olmo, el cual dirigió a los asistentes elocuente y sentida plática, exhortándoles perseveren en la unión demostrada y en el amor al trabajo, fuente de toda riqueza y bienestar.
Seguidamente reuniéronse en fraternal banquete el competente e ilustrado ingeniero jefe de la Sección don Ramiro Valdés, subjefe don Esteban Lión, contratista señor Bobio, sobrestantes y delineantes de la misma, inspector encargado de la obra don Fernando Gil y numerosísimos invitados cuyos nombres no damos por no incurrir en sensibles omisiones.
Terminado el banquete, que—dicho sea de paso—fue suntuoso, por iniciativa de los obreros, se organizó una rondalla, cantándose diversas coplas alusivas al acto, y terminó tan agradable fiesta haciendo uso de la palabra algunos señores, entre ellos el señor
Valdés y el señor Bobio, los que dieron cumplidas gracias a los obreros por su perseverancia y amor al trabajo, sin cuyas circunstancias—dijeron— no se hubiera seguramente llegado tan pronta y felizmente a la terminación de la obra, de la que todos debían felicitarse.
N. Gella

 Villanúa, 25 Junio 1916
 

Viaducto desde el camino a Cenarbe
La Unión, 29 junio 1916

Las obras del Canfranc

El viaducto

Es una de las obras de fábrica más importante de las que integran la línea del Canfranc, en su trazado de Zuera a Olorón. Está formado por veintiocho arcos de ocho metros de luz, apoyados sobre pilas de tres metros de base y dos macizos o estribos extremos. Su longitud total mide 360 metros que se desarrollan en una curva de trescientos de radio.

Técnicos y profanos, cuantos atraídos por el justo renombre del Canfranc han visitado sus diferentes lotes, coinciden en que el Viaducto perpetuará el nombre del Cuerpo técnico de la Compañía del Norte. Tienen para ella sentidas frases de elogio, inspiradas en la escrupulosidad manifiesta en todas sus obras, en el interés con que las cuida y las notorias facilidades que para su mejor desarrollo proporciona a contratistas y obreros.

D. Javier Sanz debe sentir el orgullo, muy legítimo, de haber conseguido con el Viaducto glorioso timbre de gloria. La ciencia tendrá en él perenne monumento, pregonero de progreso; monumento que la casualidad ha colocado allí, donde precisamente más falta nos hace un destello, un rasgo de europeización para desmentir perniciosas leyendas harto divulgadas unos metros más allá del Viaducto; en el lado opuesto del Pirineo.

Cuando la locomotora, traspuesto el túnel internacional reciba las primeras caricias del sol español y se bañe en las auras fresquinas del Pirineo aragonés, el viajero que curioso otee la España del Pernales, la España única que ellos saben y ellos conocen encontrará en el Viaducto recia manifestación de la cultura de un pueblo, grito potente e nación científica, demostración inapelable de que aquí hay algo más que chulas, toreros y bandidos.

Diríase que cuantos han intervenido en la construcción del Viaducto, identificados con tan magna obra a ella dedicaron sus amores y preferencias.

Desde el Jefe de Sección, señor Valdés, hasta el obrero más humilde, pasando por el activo e inteligente contratista señor Bovio, hicieron del Viaducto –digámoslo así- su obra de honor: y en ¡¡treinta meses!! lo hemos visto surgir como por arte de encantamiento, con toda su belleza, con su armonía de líneas que le caracterizan, sin omisión de detalle, tan perfecto que, más que conjunto de grandes bloques pétreos, parece dibujo delicado de artista meritísimo; en el Viaducto, es uniforme el color y tamaño de los sillares, su rejuntado esmerado y todo de una factura denotadora de que en su construcción no solamente se ha buscado solidez, sino también elegancia y grata visualidad.

Quien de cerca haya seguido el trabajo febril, tenaz, constante consumido por el Viaducto, entenderá justificados, y aun juzgará pálidos, no obstante su magnitud, los entusiasmos con que se ha celebrado el acto de colocar la clave en el último arco.

Hubo fiesta simpática, fiesta con saturaciones de sana alegría. Todo en ella fue halagüeño y grato. Las obras en sus postrimerías, anuncian el comienzo de una era dichosa para la alta montaña, de tiempos de resurgir, de impulsos para su vida anémica; son, en fin, rosados augurios de días de esplendor, de días fecundos. Hizo bien el contratista en solemnizar tan brillantemente el momento supremo: su iniciativa fue la gota de agua que desbordó los entusiasmos latentes de los pueblos comprendidos en el trazado.

¿Describirlas? En pocas palabras. Deliciosa excursión hasta el lugar del emplazamiento de las obras, viajeros en las vagonetas de servicio que recorren accidentados parajes propicios a toda emoción; colocación solemne de la clave en la última arcada, suceso del que se levantó acta suscrita por todos los invitados; seguidamente misa en la ermita de San Juan en acción de gracias por haber terminado sin tener que lamentar accidentes graves; el oficiante señor del Olmo, exhortó vibrantemente a los obreros predicándoles caridad y unidad de miras: nuevamente a las vagonetas para llegar hasta la cantera, -de la explotación ordinaria del viaducto-,  montañas arriba entre los breñales, desfiladeros, puentes y terraplenes por donde la vía se arrastra, constituyendo pocos menos que un funicular pues en poca distancia gana el ferrocarril el desnivel de cuatrocientos metros y pico.

Al regreso la comitiva oficial fue obsequiada con suculenta comida y los obreros disfrutaron también de sabroso y abundante ágape costeado por el contratista.

Rondallas y músicas pusieron simpático remate a la fiesta.

Estos actos fueron presididos por D. Ramiro Valdés Jefe4 de la sección  de vías y obras a quien acompañó todo el personal afecto a las oficinas, galantemente invitado por el señor Bovio.

La musa popular inspirose  en sentidas coplas que traslucieron la gratitud del obrero para el contratista y sus respetos para los Jefes e ingenieros.

Gente noble, gente honrada que en sus expansiones y su alegrías tienen un recuerdo para los que en su rudo batallar por la vida en su trabajo cotidiano les auxilia y guía con la luz de la inteligencia.

Detalle del viaducto

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