Hace unos días subí con Ana a la ermita de la Virgen de las Rocas, en Güell. Había nevado el día anterior y el paisaje estaba más espectacular de lo habitual. Entre las imágenes más destacadas figuraba la inmensa mole del Turbón, blanca y gélida, preparada para albergar cualquier leyenda que se nos ocurra. Solamente hacía falta un poco de imaginación. Impresionante.