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La regulación del Flumen: el eterno problema

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Embalse de Belsué desde el Pico del Águila

Un deslizamiento de tierra y rocas en el vaso del embalse de Montearagón, sobre el Flumen, ha puesto de nuevo en la actualidad una pieza de regulación hidráulica problemática. No es el primer contratiempo en una dilatada historia de obras, que casi obliga a pensar en una maldición pesando sobre el almacenamiento del agua de este río. Veamos brevemente algunos episodios.

La primera pieza de regulación que se ejecutó en este cauce fue el embalse de Belsué, muy cerca de la cabecera del Flumen. Se planteó en el siglo XIX y la presa fue construida en los primeros años de la centuria siguiente. Las obras estuvieron precedidas por discusiones sobre la zona que se iba a dominar para el regadío y sobre la permeabilidad del vaso. Y fue permeable. Por eso, aguas abajo, se levantó poco después la presa de Cienfuens para aprovechar las escorrentías del vaso de Belsué.

El Boletín nº 27 del Servicio Geológico del Ministerio de Obras Públicas publicó en agosto de 1967 el resultado de los estudios sobre la posibilidad de levantar una presa en el molino de Loporzano. El sondeo, explicaba el resumen del informe, «se limitaba a comprobar la impermeabilidad del terreno y el espesor de la capa de arcilla que, como cobertera, existe en el llano donde fue aserrando su cauce en el río Flumen». Se concluía que «se podía considerar como impermeable el vaso en sentido vertical por la existencia de estratos margosos».

Añadía que «la existencia de paquetes de arenisca, en los que se comprobó la pérdida total del agua de perforación, obligaría a labores costosas de impermeabilización en la cerrada». Estas cuestiones, junto a la escasez de arcillas para utilizar en la presa de materiales sueltos «hacía de todo tipo antieconómica la obra» y fue desechada «para estudiar otra  cerrada en el mismo río, aguas arriba».

Estos estudios fueron realizados a petición del Ayuntamiento de Huesca en 1950, siendo publicados parcialmente en la prensa oscense en enero de 1951, avanzando la idoneidad del Salto de Roldán frente al molino de Loporzano para regular el río Flumen.

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El salto Roldán desde el entorno de San Julián de Banzo

A finales del siglo pasado se tramitó un nuevo proyecto para regular el Flumen con un embalse, denominado de Montearagón, en el que habría también caudales el Isuela y Gállego, que llegarían a través del Canal de la Hoya de Huesca.  No faltaron sobresaltos. En febrero de 1990 trascendió un informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro que indicaba la necesidad de replantearse la construcción de la futura presa de  Montearagón porque las aportaciones del Flumen e Isuela eran inferiores a las reflejadas en el proyecto. Se consideraba bien ubicada la presa, pero se apostaba por construir una estructura más pequeña para almacenar los caudales de estos ríos, que fuera posible recrecer cuando llegaran los del Gállego.

Las obras de la presa de Montearagón fueron inauguradas oficialmente el 22 de abril de 1995 y comenzaron de manera práctica unos meses después. Enseguida surgieron comentarios sobre la calidad del suelo, y los posibles problemas de cimentación. En julio de 1996, el presidente dela CHE confirmaba que la presa de Montearagón no se podría ejecutar como estaba previsto, ya que el suelo sobre el que se iba a levantar presentaba problemas  «extraordinarios de resistencias y calidades». Hubo que esperar hasta octubre del año 2000 para que las máquinas volvieran a trabajar en la presa para regular los caudales del Flumen.

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Presa de Montearagón

Se concluyeron los trabajos y comenzó el programa de puesta en servicio de la presa. El primer paso era el llenado del vaso. Un proceso lento, porque solamente  llegaban caudales del Flumen y los del Gállego, que eran los que justificaban la capacidad planteaban, ni estaban ni se les esperaba porque el canal de la Hoya, que era su arteria de transporte, no se había construido.

Hubo un deslizamiento en la ladera el vaso y se paró este llenado, procediendo a elaborar el proyecto, subastarlo y ejecutar las obras que evitaran nuevos riesgos. Era así obligado más tiempo para completar el servicio de puesta en servicio. Y para colmo de desgracias, ahora, cuando, se ejecutaban estos trabajos, se ha producido un nuevo deslizamiento.

Mientras, están pendientes las obras para facilitar el uso del agua, ya que solamente está realizado el espacio donde almacenarla. Hay dos salidas en la cota 540, una para mejorar el riego del entorno y otra para mejorar el abastecimiento de agua potable a Huesca. Vamos, que no faltan los problemas, pero ahora hay capacidades y presupuestos que antes no existían.

 

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