
Esta semana me pasó como a los niños con los paseos: lo importante no es el destino, sino el camino. Me lo dijo el pedagogo italiano Francesco Tonucci, el creador del proyecto «La ciudad de los niños y las niñas», en una entrevista que le hice en uno de sus viajes a Huesca. El destino de hoy es Fonz. Pertenece actualmente a la comarca del Cinca Medio y está muy cerca de Monzón.
Cogí hace tiempo un folleto en la oficina de turismo de Fonz que se titulaba: «Fonz-El Ojo de la Fuente», definiéndolo como un itinerario ecoturístico. Y comprobé que el nombre estaba muy bien puesto. Hay paisaje natural y modificado por el ser humano, muchos sonidos de pájaros diversos, vuelos de algunos de ellos, vegetación diversa, con el olivo, la carrasca y el pino como principales protagonistas… Un camino interesante en sí, sin necesidad de destino, aunque en este caso lo tiene.

El paseo comienza en el mismo Fonz, pasando bajo el arco de Codera, el que hay junto a la fuente renacentista. Hay que atender en los cruces las diferentes posibilidades de recorrido y componer la ruta que deseemos.
A poco de comenzar, un desvío a la izquierda nos dirige a la ermita de San José. El restaurado edificio está en un paraje que supone ya un primer mirador de Fonz y su entorno. Además, aquí hubo en la última guerra civil cuatro baterías que instaló el Ejército de la República para controlar el valle medio del Cinca.

De vuelta al camino, una pista sin ningún problema salvo el calor que pueda hacer, llegaremos a otro mirador. Se llama del Valle del Cinca y domina buena parte de su zona intermedia. A la derecha, veremos cumbres de nuestro Pirineo, casi desnudas de nieve tras un extraño invierno. Enfrente queda la silueta del monasterio de El Pueyo, referencia constante al pie de las sierras exteriores en esta parte del Alto Aragón.
Muy cerca está el «Pozo Chelo». Una placa recuerda que estuvo en funcionamiento hasta 1933, siendo Mariano Puzo Fumanal su último responsable. Tenía la clásica forma cilíndrica de este tipo de construcciones.

Seguimos las indicaciones para continuar el paseo. Fonz y el agua, incluso en el nombre de la población, tienen mucho que ver. Este recorrido ha comenzado junto a la fuente renacentista, hemos visto –aunque desde fuera- el pozo de hielo y ahora vamos al Ojo de la Fuente, que es el origen de la primera gran conducción de agua para Fonz, con varios siglos de historia.
El camino nos lleva por zonas agrícolas, con el cereal verde y agricultores realizando trabajos en sus olivos. Esta planta abunda bastante en el terreno que recorremos y su cultivo ocupa un buen número de hectáreas. A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz afirmaba en su Diccionario Geográfico que, entre otras industrias, había en Fonz «varias prensas para la oliva» y un pozo de hielo.
Dejo para otra ocasión un desvío que dirigía a «Mina Flores» y «Volcán» , para centrarme en disfrutar del paseo y el agua.

Luego, un vecino con el que hablo al lado de sus olivos, me comenta que «Mina Flores» es el inicio de un túnel –una mina- que buscaba poder llevar el agua del Ojo de la Fuente a Fonz bajo el monte en que nos encontramos. No se acabó.
Vuelvo al camino y llego al destino final: El Ojo de la Fuente. Una caseta al pie de una inmensa carrasca protege el manantial que ha abastecido de agua a Fonz desde el siglo XV hasta que llegó el Canal de Aragón y Cataluña. Sobre la puerta luce «Aguas de Fonz». En una esquina del ensanche del camino se encuentra la fuente más original de este municipio. Me parece. Un olivo de dilatada vida tiene un grifo a sus pies. Es metálico, de los de apretar para sacar agua. Sorprendente, una fuente en un olivo.

Josep Manuel Martínez París, en su libro sobre la historia de Fonz (2013), explica que los vecinos de esta localidad recibieron permiso en1415 para abrir la acequia que llevara el agua del Ojo de la Fuente hasta la villa. El manantial estaba en el término de Palau, una población que existió hace siglos y que, como otras tantas, quedó despoblada. Entre los siglos XIII y XV, según relata este autor, hubo grandes sequías. Los de Fonz buscaron con esta obra una solución a sus problemas de abastecimiento.
Las necesidades de agua siguieron aumentando y en el siglo XVIII se planteó perforar la Mina de Flores para llevar más agua. No se acabó. Miro el mapa y lo del volcán queda lejos. Habrá que dejarlo para otro día. Vuelvo a Fonz en torno a la una y media de la tarde. Varios coches me adelantan, salundando al inesperado senderista. Es la hora de comer.
