Plasencia del Monte fue una estación de ferrocarril de la línea Huesca-Jaca desde su puesta en servicio, en 1893, hasta poco después del último cambio de siglo. La construcción de una variante para mejorar el servicio a Huesca la dejó en apeadero.
Más de cien años de historia diluida en el caldo de una línea de incierto presente y futuro siempre al alcance de la mano. Y mientras, al lado, la harinera Villamayor reclama un apartadero para poder mover sus producciones, tras el importante complejo que levantó aquí al cerrar sus instalaciones de Huesca.
La visita a la estación de Plasencia se convierte en una sesión de arqueología ferroviaria porque lo que queda allí, excepto la vía por la que discurre la línea Huesca—Canfranc, duerme el sueño de los justos. Se da la paradoja de que el complejo harinero de Villamayor tiene enfrente el silo de Senpa, fuera de servicio. Más arqueología industrial.
En esta situación están las vías auxiliares. En uno de sus carrriles hay una palabra y una fecha: Rombas 12I 1920. Se fundió en una acería francesa en diciembre de 1920. Está cerca de su primer centenario. Cabe pensar que se colocó con alguna ampliación al completarse la línea desde Jaca a Canfranc en los años 20 de siglo pasado, o que fuera de segunda mano y, tras servir en una línea más importante, vino aquí para sustituir a otro carril peor conservado. Era algo que sucedía, sobre todo en las vías de apartado y en derivaciones particulares. Rombas es una población francesa, de departamento de Mosela y región de Lorena.
En 1888, en el período en que Lorena perteneció a Alemania, nació una empresa siderúrgica. En 1918 retornó a Francia. La factoría llegó a contar con ocho altos hornos, fábricas de acero… un conglomerado industrial siderúrgico que guio la vida de la población durante un siglo, aproximadamente. Y desde allí vino el silencioso carril de Plasencia del Monte.
Mirando en la alberca 