
Sin perder su condición de lugar deshabitado, Escusaguat ha vuelto a estar próxima a la comunicación que enlaza Huesca con Sabiñánigo. Hace años lo hacía junto a la carretera C-136, subiendo o bajando del puerto de Monrepós. Ahora solamente ves este pueblo deshabitado al viajar en dirección a Sabiñánigo. Cosas de las autovías.
Estuvo junto a esta carretera durante bastantes décadas, pasó a separarse cuando en los años 80 se transformó en N-330 y su trazado varió sensiblemente y ahora, tras pasar a la condición de autovía el puerto de Monrepós, regresa al lado de su vieja compañera cuando nos dirigimos de Huesca a Sabiñánigo.
Escusaguat (Escusaguás según reza un cartel junto a la antigua carretera C-136) está próxima al desvío que nos lleva a la Val de Aquilué. El asfalto separaba en dos el conjunto de la localidad, quedando a un lado, en alto, la iglesia y al otro, en una curva, el conjunto de las viviendas. Cuando se construyó la carretera actual se levantaron un par de barracones que se sumaron luego al resto de la ruina. Según reza todavía un viejo cartel, estamos a 1.070 metros sobre el nivel del mar.
Esta localidad perteneció a la Honor de San Andrés de Fanlo, el monasterio del abad Banzo. Un documento fechado en 1039 menciona a Iñigo Cardiel «como señor del distrito de Escusaguat (al sur de Fanlo)», según indica Ángel Canellas en su trabajo «Colección Diplomática de San Andrés de Fanlo (985-1270)», publicado en la Revista de Historia Jerónimo Zurita (1963).
En 1495 se denominaba Scusabuet y registraba un fuego, figurando el nombre de García la Senosa. En 1543 y 1551, Escusabuet contaba con un fuego. Antonio Ubieto, en su libro «Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados» (1985), recoge estadísticas de otros años, en los que figura con un fuego (dos en 1646), excepto en 1797 en el que se citan cuatro vecinos. A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz escribía en su Diccionario Geográfico que había «un vecino de catastro, 2 fuegos, 8 almas».


En Escusaguat «paraban y pasaban la noche las cabañeras –los pastores con su ganado y todos sus componentes- trashumantes de la montaña –de Tena principalmente- camino de la “tierra baja” del Ebro o de sus colindantes lugares», según escribe José Luis Acín Fanlo en «Paisajes con memoria» (1997). Juan Antonio Foncillas (Nueva España, 10 agosto 1968) publica datos de la trashumancia de ganado oscense al valle de Tena en 1655. Una de las noches se pasó en Escusaguat.
En torno a los años 1885-1887 la prensa oscense publicaba los anuncios sobre un proyecto de carretera que desde Gésera iba hasta San Juan de la Peña enlazando distintos lugares del Guarga, Matriz y Gállego. Entre ellos figuraba nuestro destino de hoy. Hecha la carretera, su suerte fue por tramos. Escusaguat, según relataba la prensa en 1898, quedó luego junto a la vía que se diseñó para ir de Huesca a Sabiñánigo, una de las carreteras que, posteriormente, contó con más tráfico. Pero le sirvió de poco porque cuando afluyeron los turistas, el lugar ya estaba en ruinas.
Hubo gente aquí hasta hace relativamente poco tiempo. En 1959, José Cardús escribía que «en Escusaguat queda la iglesia románica, sin culto y dedicada a pajar, con tres capillas que debieron pertenecer a las tres casas que se conservan de pie, aunque solamente una de ellas está habitada». Garcés, Gavín y Satué, en su libro «Arquitectura popular de Serrablo» (1991) apuntaron que «en la década de los 60, quedó despoblado».
Cardús dibujó un escudo de armas que había en esta localidad en un libro sobre castillos de la provincia que publicó en 1959: «en Escusaguat, hoy pardina y antes pueblo con castillo, sólo queda una piedra armera que copié. No he podido saber a qué familia perteneció».

Del conjunto, Acín Fanlo destaca una vivienda «que parece hablar de su pasado fortificado y solariego, puesto que aún es apreciable una soberbia escalera inserta en el muro, o las esquinas fina y profusamente trabajadas». Garcés, Gavín y Satué aluden a una «puerta adintelada con arco conopial, pequeña ventana de similar estructura y horno de pan todavía visible». En abril de 2008 no había puerta ni ventanas adinteladas, pero se mantenía a duras penas el horno de pan en un extremo del pueblo. Ahora, en abril de 2019, el horno ya no es accesible y está horadado por su parte circular.
La iglesia era un edificio barroco, «fechable en torno al siglo XVII» según José Luis Acín, de una nave y planta rectangular, con una capilla lateral. Pedro Ayuso nos indica dónde se sitúa otro elemento de interés aquí, el pozo de hielo. Lo hace en su libro sobre estas construcciones en el Alto Aragón (2007): «no presenta ningún problema su localización. Situados en la explanada o era que linda con la derruida iglesia, solo hay que encarar el talud orientado al Norte y desde el cual se desciende hacia la vieja carretera de Monrepós. Con seguridad sería la era la que, después de desempeñar las labores de trilla en verano, serviría para recoger la nieve en los meses invernales». La maleza se ha apoderado del pozo y a duras penas se ve algo más que su perímetro, pero allí está esperando que alguien se acuerde de él.

El hombre pasa, como se demuestra en Escusaguat, pero la imagen del Pirineo desde este privilegiado mirador se mantiene. Las estaciones vienen una tras otra como siempre ha sucedido. Pedro Ayuso propone, en torno al pozo de nieve: «No estaría de más que a este pozo nevero le tocara una profunda limpieza y una rehabilitación en sus paredes. Una protección alrededor y un panel explicativo, unidos a la vista que desde allí se puede contemplar del norte de la provincia, harían de él un lugar muy interesante para visitar». Estaría bien.