
Una línea ferroviaria con 125 años de historia puede tener, entre otras cuestiones, un patrimonio arquitectónico y mecánico relacionado con la explotación del ferrocarril muy interesante. Es el caso de la línea de Huesca a Jaca. Una parte se ha perdido, por causas diferentes. Otra, se conserva. Es el caso de algunas aguadas.
Una aguada es una estructura metálica utilizada para alimentar de agua al depósito de las locomotoras de vapor o a su vagón ténder. También se le conoce como grúa de agua
Era un elemento muy importante las estaciones de ferrocarril porque las locomotoras de vapor consumían mucha agua.

Una aguada recibía el líquido elemento de un depósito cercano. Un tubo vertical de acero elevaba el agua a un brazo horizontal con el que se rellenaba el depósito de la locomotora o el ténder. Era giratorio para no quedar sobre la vía cuando no se utilizara.

Con el empleo del diésel y la electricidad como fuentes de energía, el carbón dejó de utilizarse, no hizo falta agua y las aguadas pasaron a elemento decorativo, o desaparecieron.

Las de la línea de Huesca a Jaca han tenido una trayectoria muy desigual: Las de Huesca y Anzánigo han desaparecido. Permanecen en su sitio las de Ayerbe –dos-, Sabiñánigo y Jaca. Este es un recuerdo hacia ese curioso artefacto que formó parte de la actividad ferroviaria en sus primeras décadas.

La visita a las estaciones debe completarse con el repaso a colecciones particulares o archivos donde ver las que ya no existen. En el caso de esta línea hay en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza una foto de Coyne, fechada en 1896, donde se ve una aguada en funcionamiento. Es la de la estación de Anzánigo. Aparece publicada en la página 132 del libro «Y sin embargo te quiero. Huesca – Jaca, ciento veinticinco años de una línea ferroviaria».
