
El valle de Tena atesora en su paisaje innumerables rincones con interés. Uno se sitúa al pie del pico Anayet y se sustancia en dos ibones que llevan el mismo nombre. El punto de inicio del paseo es el acceso, en la A-136 entre Formigal y Portalet, a la estación de esquí de este valle que lleva el nombre de la montaña y los lagos. Es el Corral de las Mulas.

Le quita un poco de encanto la media hora de paseo hasta el aparcamiento de Sarrios, que es donde comienza el sendero de tierra. Pero el resto es de primera.

Como en buena parte de nuestro Pirineo, el paseo por el sendero -es parte del GR 11-se ve animado con vacas y sus terneros pastando tranquilamente. Pasar sin molestarles es el único consejo posible.

El camino puede ser exigente en algunos puntos para el sector senderista de nivel más bajo, pero, como en todos estos casos, es cuestión de tomarlo con tranquilidad.

En lugar de sentir envidia de los que te pasan con ritmo casi impertinente, observa que hay mucha gente con tu mismo problema ante las pendientes más empinadas. Y ya está, aunque suene a eso de «mal de muchos, consuelo de tontos». Hay que buscar el término medio. Ni subimos «ochomiles», ni somos los más torpes del mundo. Hay que ir poco a poco, superando el nivel cuando sea posible. Metido en estas reflexiones se me hizo más corto el camino.

Bueno, el caso es que, al final, la imagen de los ibones de Anayet (son dos) compensa con creces ese momento de duda tipo «quien me manda meterme a mí en esto». Su agua transparente, el reflejo de las montañas y el cielo sobre su superficie… Tienes al alcance de la mano el pico, los lagos y enfrente, el mítico Midi d’Osseau. Y allí mismo, a tus pies, la Canal Roya. ¿Qué más quieres?

Hay quien se baña, aunque me parece que el agua estaba bastante fría. Es una impresión personal tras remojarme los pies. A finales de agosto la cosa estaba así.
