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San Nicolás de Bujaruelo en 1989

Puente junto a San Nicolás en 1989, con mis padres como improvisados protagonistas. 
Creo que la hizo mi sobrino Sergio

Repasando una serie de diapositivas que hice a finales de la década de los 80, he encontrado estas de San Nicolás de Bujaruelo. Corresponden a un viaje que hice con mis padres para ver a su nieto y mi sobrino Sergio, de campamento con el grupo de boys scouts madrileños al que pertenecía. Viendo el estado actual de la ermita, cabe pensar que se llegó tarde, pero así es esta tierra. 
El viaje me sirvió para dar contenido a uno de los programas de verano que hacía en 1990 en Radio Huesca  con excursiones por la provincia. En este aspecto excursionista he cambiado poco, solamente en el soporte. Incluyo el texto íntegro que redacté porque así escribía yo en ese momento, sin repasar los textos, con la prisa típica de la radio… El acceso al lugar, ahora, es más cómodo que en ese tiempo.

«Huesca, 23 Agosto 1.990.- Para llegar hasta Bujaruelo deberemos hacerlo primero a Torla. Para ello, podemos ir desde el Oeste, por Biesca y el puerto de Cotefablo, o desde el Este, por Fiscal y la carretera de Broto. Ambos trazados se encuentran ahora bajo la denominación carretera Nacional 260, o vía sub-pirenaica.
Una vez en Torla, seguimos hacia el norte y, poco después, en el Puente de los Navarros, giramos a la izquierda; si lo hiciéramos a la derecha iríamos a Ordesa. A partir de aquí abandonamos el asfalto. La pista, de 9-10 kilómetros, que nos llevará a San Nicolás de Bujaruelo, está en unas condiciones lamentables. Si tiene la oportunidad de ir en un todo terreno, su utilitario lo agradecerá; no obstante, son muchos los turismos que circulan por este camino, siendo cuestión de ir con el máximo de los cuidados. 

Ábside de San Nicolás en 1989. Las cubiertas ya no existen

En San Nicolás, una agradable pradera servirá para el descanso. Una línea de alta tensión, no obstante, nos devolverá la realidad del siglo XX. Lucien Briet escribía en el año 1.911 que el camino de la garganta de Bujaruelo “es de herradura y muy poco cuidado, más su aspecto alegre y romántico es bastante pronunciado para dar al olvido todos sus defectos». No dista mucho el estado actual del que entonces ofrecía: no obstante, el destino final bien vale un ligero sufrimiento.

Bujaruelo es un lugar ligado al Camino Medieval que tenía en este punto una Hospedería o albergue para viajeros. Hasta entrado este siglo hubo, también, un puesto aduanero, El puente, la iglesia de San Nicolás y unas pocas edificaciones han sido elemento constante durante siglos. Albergue, puesto aduanero, Mesón y edificios anexos para este tipo de servicios… hoy en día sigue habiendo un mesón,  la iglesia está arruinada y el resto de construcciones destinadas al montañismo y la acampada. El templo y el puente sobre el río Ara son medievales. Según escribe Cayetano Enríquez de Salamanca, la «iglesita románica del siglo XIII se ha ido cayendo a pedazos en las dos últimas décadas sin que nadie haya movido un dedo para impedirlo». 

Interior de la ermita de San Nicolás en 1989

De Bujaruelo como paso a Francia en el medievo queda constancia en el trabajo de Anchel Conte “El desarrollo comercial y mercantil de l’Aínsa durante la Edad Media», publicado en El Ríbagorzano; en un mapa, figuran Hospital y Puerto de Bujaruelo como refugio y paso a Francia para los comerciantes ainsetanos del Medievo. Una imagen de cómo era Bujaruelo, tanto literaria como gráfica, se puede encontrar en el libro de Lucien Briet, «Bellezas del Altoaragón». Otros autores, viajeros del Pirineo, han pasado por Bujaruelo y han descrito el paraje con mayor o menor agrado. 

Puerta en el interior de la ermita en 1989

De todo lo destacable de Bujaruelo, se llevaba la peor parte en estas descripciones el Mesón. Algo que no ocurre ahora, dado que el servicio que presta es destacable por lo positivo. En el pasado verano tuvimos la oportunidad de degustar en sus instalaciones un excelente plato de judías blancas, que hace olvidar el mal trago del camino de acceso desde Torla. Quede dicho». Han pasado muchos años, pero recuerdo esas judías blancas como algo muy bueno. Habrá que volver para ver si se mantiene la oferta gastronónica.

Aquí figuro, hercúleo yo como siempre, junto al ábside de San Nicolàs en 1989. También la hizo Sergio

 

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