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La playa en el secano

Embalse de Arguis
En Huesca nunca ha abundado el agua. En las excavaciones arqueológicas por el centro histórico abundan los aljibes para guardar el líquido elemento. Los romanos lo solucionaban recogiendo la lluvia o tendiendo acequias. A finales del siglo XVII los oscenses cerraron una cortada en la sierras exteriores del Prepirineo  (Arguis) y guardaron el agua del Isuela, su río local, siempre esquivo a la hora de aportar caudales a la Hoya de Huesca. Aquí nunca había césped en las zonas verdes porque no estaba asegurado el riego.
En el siglo XX, los de la ciudad lograron que les hicieran otro embalse en las sierras exteriores, aumentaron las reservas, pero vamos, cuando llegaban un tiempo de precipitaciones más escasas –como sucedió a principio de este siglo- volvía la angustia. Un verano hubo en que las piscinas municipales no entraron en servicio por falta de garantía en los caudales de suministro.
Pero a los de Huesca no nos tiembla el pulso tras ver las series de televisión y las películas americanas. Ellos tienen unifamiliares, nosotros también. Ellos tienen piscinas, nosotros en cada bloque. ¿Barbacoas? Barbacoas. ¿Un niño con vocación de estrella y su karaoke a toda marcha a primera hora? Hecho. La arquitectura más reciente de los bloques solamente está a falta de las toallas en la barandilla de la terraza para que parezca Salou en el mes de agosto.

Aquí, el que no tiene chalet, tiene la piscina en el bloque y la barbacoa aunque sea en  el balcón y ya está. Crisis, ¿qué crisis? Y mucho césped, eso sobre todo. ¿Y el agua? Sí, es un pequeño detalle. Por el sur de la ciudad pasa un importante canal del que se puede bombear. Se supone que para beber, pero no sé si para regar césped o llenar las piscinas de los bloques.


Casita de Blancanieves, en el Parque Miguel Servet



El cesante



No acaba de amanecer en Huesca


Estos día estoy consultando censos electorales en la provincia oscense de los últimos años del siglo XIX. Busco determinada actividad. En esos momentos el censo lo formaban adultos varones de más de 25 años. Entre los datos figura su profesión. Es curioso porque aparecen los oficios tradicionales: pastor, labrador, molinero, propìetario… según la renta, claro. Luego, en las poblaciones más urbanas aparacen el médico, cirujano, farmacéutico, macero, guardia, militar retirado, abogado, empleado… y cesante.
Esta figura del empleado público que podía perder su empleo según la alternancia polìtica en España parece haber regresado. En nuestra parada y marcha atrás del Estado del bienestar que estamos padeciendo con la última crisis hasta los funcionarios, que parecían libres de riesgo en crisis anteriores, sufren sus consecuencias.
Además, la falta de faena en muchas actividad terciarias porque dependían  mucho de los encargos de la Administración, crea otra especie de cesante. No hay dinero, no hay trabajo. A ver qué sucede en los próximos meses.

¿Estamos tan lejos de 1974?

Ejemplar de «Pueblo de Dios» secuestrado por la autoridad gubernativa en 1974
Corría el mes de septiembre de 1974 cuando el viernes día 20 -así lo anoté al guardarlo- la autoridad gubernativa  tuvo a bien secuestrar un ejemplar de “Pueblo de Dios”. Era una publicación oficial del Obispado de Huesca. Se iba a distribuir por las parroquias de la diócesis oscense el siguiente domingo, día 22.

La página 3 del nº 24 (segunda época) de “Pueblo de Dios” estaba íntegramente dedicada a recoger un manifiesto de la HOAC. Aquello era demasiado. Se hablaba del “abandono del sector agrícola”, el “fracaso de los polos de desarrollo” y “la falta de puestos escolares”. Consideraba un mito la igualdad de oportunidades. Aludía a la “emigración interna y externa de los trabajadores españoles”, “la explotación de los emigrantes norteafricanos”, “el problema de la vivienda”, “la manipulación del consumidor”, “los bajos salarios, el pluriempleo y la subida galopante de los precios”, “el paro obrero”, “la eventualidad a que nos vemos sometidos muchos trabajadores” o “la ineficacia de cauces legales para defender legítimamente nuestros deseos”, entre otras cuestiones, algunas de ellas  relacionadas con la represión de libertades civiles.
Esto sucedía en 1974, pero si se relee con detalle hay cosas tan cercanas que no parece que haya cambiado tanto este país desde esa fecha hasta este momento. Impresionante. Por cierto, en la primera página estaba esta pregunta: «Año 2000: ¿cómo comeremos?». En la segunda, se recogían unas palabras del entonces obispo de Mallorca, Teodoro Úbeda. Hablaba de la necesidad de ser austeros en época de dificultad económica: «nos ha de afectar a todos y en mayor proporción a quienes disfrutan de mayores ingresos y de mayor volumen de gastos superfluos». Tantos años y mira…

Hace unos años

En el verano de 1988, los accidentes de montaña eran considerados una plaga.  El 18 julio, aniversario de la inauguración del ferrocarril de Canfranc, se demandaba su reapertura. En octubre comenzaban las obras de la variante norte del puerto de Monrepós.  El 14 diciembre, hubo una huelga general. Al día siguiente se informaba de que el paro había bajado de las 10.000 personas en la provincia. Eso sí, en vez de euros, había pesetas. Debe ser lo único que ha cambiado.

Belleza y sencillez

Esta flor sorprende por su belleza. La planta en la que ha nacido no es espectacular, de grandes hojas de un verde sugestivo. Son lanceoladas, de un verde normal y corriente y escasa altura. Pero de repente, sin que haya alguna norma establecida -hay años que no sale ninguna flor- nos sorprende con una como la que vemos. El lirio y las gotas de agua pueden relajarnos unos segundos… que buena falta hace con la que esta cayendo.



Un curioso rincón de Radiquero

Parte posterior del molino, junto a la fuente

El molino de aceite y la fuente componen un interesante rincón de Radiquero. En el caso del primer edificio, la colocación de sus elementos pétreos en el exterior ha compuesto una curiosa muestra de escultura al aire libre. Muelas y depósitos informan desde su silencio sobre la mecánica de un trabajo necesario para obtener el aceite, oro líquido de nuestra cocina.

Una muela sirve ahora como mesa

Merche Pérez deja el periodismo diario

De izquierda a derecha, Merche  Pérez, Macu Hervás y el que suscribe, en 1992
Este blog no está pensado para realizar semblanzas personales, pero siempre hay excepciones. Merche Pérez ha dejado la redacción del Heraldo de Aragón en Huesca. esta primavera. Con ella se cierra un capítulo del periodismo en la ciudad. Merche era el último referente que un periodista podía tener a la hora de conocer la actualidad de este territorio.
Aparte de la formación académica, el desarrollo diario del periodismo supone conocer, al máximo detalle, la vida del entorno del medio en el que se trabaja. La experiencia personal juega un papel importante. Mientras se va acumulando, es bueno prestar atención a los que están en la trinchera con anterioridad. Pero, aunque se tenga experiencia y un mínimo conocimiento, es preciso observar siempre a los demás periodistas. Se trata de ver cómo plantean sus informaciones y analizar, comparar y concluir si se aprende algo de esa otra persona que escribe en un periódico o habla en la radio, por ejemplo.

Merche Pérez era una referencia por su planteamiento ante la información. Su trabajo refleja honradez, demuestra su inmersión en la sociedad oscense en la que vive con intensidad lo bueno y lo malo. Merche sufre con el que lo pasa mal y disfruta con el que triunfa o acierta. Siempre plasmando en su trabajo lo que ve y conoce para que oyentes o lectores se informen adecuadamente y, bien conocedores de lo que sucede, tengan su opinión. Es algo aparentemente sencillo, pero no es habitual. Hay que tener habilidad. Y Merche Pérez la tiene.

De crisis y aprendizajes



Billetes españoles de diferentes momentos en el siglo XX



Estos días se celebra el vigésimo aniversario de la Expo de Sevilla de 1992. Un gran evento. Recuerdo que tuve oportunidad de acudir a la capital andaluza por asuntos de trabajo. La primera fui en tren y pude ver, en el trayecto entre Zaragoza y Madrid, cómo casi todas las vigas de los puentes de la autovía que se construía entonces llevaban la marca oscense de Alvisa.
La primera visita fue para las fechas de la inauguración. Se daban los últimos toques y abundaban máquinas y operarios. Buena parte de la maquinaria pequeña era de Humsa. También había grúas de Luna. El segundo viaje, por avión, permitió ver el parque de bomberos del aeropuerto de Jerez: los vehículos llevaban el sello de Saval Kronemburg. Por citas los ejemplos más llamativos.
Para los “fatos”, aquello era algo más que una casualidad. Era la consecuencia de la fuerza de nuestra industria. Una industria tan potente –por lo que se ha visto- que en los años posteriores fue desapareciendo hasta dejarnos en la casi absoluta orfandad manufacturera. Un chasco, sin duda.
Luego vino el euro y los funcionarios (públicos y privados) de la capital oscense vieron que el “cafelito” de la mañana pasaba de 100 a 166 pesetas por la sencilla razón de que una moneda de cien pesetas tenía un tamaño parecido al del euro. Lógica matemática. Me lo contaba mi amigo Pedro esta mañana: la crisis empezó con el 92 y el euro.

Ahora se reclama una reindustrialización de la ciudad. Hemos tenido veinte años para darnos cuenta de que marchábamos cuesta abajo y sin frenos. Solamente medraron los del ladrillo, aumentado el perímetro de la ciudad por donde les vino en gana. Bueno, esto es algo que se ha producido periódicamente. Sorprende que no aprendamos de los errores.

Un Sender joven y apasionado

El incidente se desarrolló en el entorno de los Porches

Los periodistas de Huesca crearon en 1921 una asociación de carácter provincial “para cuidar un poco de ellos mismos, de sus necesidades, de sus anhelos”, según escribía Manuel Casanova en El Diario de Huesca el 30 de noviembre de ese año. Organizaron diferentes actividades para recaudar fondos con los que hacer frente a sus proyectos. El presidente fue Ricardo del Arco y José María Lacasa, el secretario. Acudieron al año siguiente, junto a representantes de otras asociaciones a la creación, en Santander, de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España. En total, había delegaciones de 14 provincias.
Esta integración entre profesionales no impidió que el carácter de alguno de ellos se mantuviera en su esquema personal, independientemente de esta fraternal asociación. Así, Ramón J. Sender, redactor de La Tierra, no tuvo inconveniente en agredir en plena calle a Manuel Casanova, periodista que dirigiño El Diario de Huesca y el Heraldo de Aragón, porque este último se refirió al escritor de Chalamera como “estos jóvenes escritores que no tienen sino pelos en la cabeza”. Lo esperó en los Porches y cuando Casanova llegaba desde el Coso lo abofeteó y tiró al suelo. La hermana de Casanova gritó entonces “¡Auxilio, que matan a mi hermano!”. Llegó la policía, puso orden y durante varios días, Casanova y Sender llevaron escolta policial para que la cosa no acabara en duelo.
Este último lo recuerda en el artículo “Aclaración cómico-patética” de su “Solanar y Lucernario aragonés”. Luego se hicieron amigos y Sender abogó por Casanova, a petición de éste, cuando en Madrid fue detenido durante la guerra civil.
Puede que el incidente fuera antes de la asociación y ocurriera en 1921, porque el 7 de enero de 1922, otro destacado periodista oscense, José María Lacasa, publicó un artículo titulado “¿Qué le han traído a usted los Reyes Magos?” en La Tierra. Con humor, este periodista oscense repartía regalos entre nombres destacados de la sociedad local. A Sender le correspondía “el libro El solitario de Yuste y un libro de chascarrillos”. A Casanova, “un estuche con dos pistolas para duelo y el reglamento del marqués de Cabriaña”. Esta información la incluye Jesús Vived en su libro “Ramón J. Sender. Sus primeros escritos (1916-1924)”. Genio y figura.

El lamento del Canfranc

Estación de Canfranc (2004)
Todos los días, por la mañana, baja un tren desde Canfranc a Zaragoza transportando maíz francés para una importante empresa de la capital del Ebro. El de aquí es transgénico y no les vale. El galo no tiene esta etiqueta.
Este producto llega desde Francia hasta unos silos de la villa pirenaica en camiones, aunque hay una línea de ferrocarril que enlaza Zaragoza y Pau a través del valle del río Aragón. El problema radica en que está fuera de servicio desde que un convoy que transportaba maíz de Francia a España inutilizó un puente de la vertiente gala el 29 de marzo de 1970. Desde entonces, los aragoneses reclaman la reapertura y el nombre del puente hundido, L’Estanguet, es odiado por los más conspicuos defensores de esta puerta a Europa cerrada desde ya varias décadas. La verdad es que su estructura metálica sería fácil de reparar si existiera voluntad de hacerlo.
La línea había sido inaugurada el 18 de julio de 1928 por el rey de España, Alfonso XIII, y el presidente de la República Francesa, Gastón Doumergue.
Este ferrocarril fue demandado en Aragón desde mediados de siglo XIX. Hay una publicación, titulada “Los Aragoneses a la Nación Española” y publicada en 1853, en la que una serie de ilustres responsables de distintas entidades la defienden. El caso es que, desde que se planteó el asunto hasta que Alfonso XIII vio llegar la locomotora a Canfranc, tras superar el túnel de Somport, habían pasado las tres cuartas partes de un siglo.
Se puso en servicio una línea bien entrado el siglo XX planteada en el XIX. El tren llegó a Huesca en 1864 y a Jaca en 1892. La vida de esta comunicación fue lánguida hasta que una mañana helada de marzo un convoy cayó al río y con él marcharon los ilustres aragoneses del XIX, la reivindicación aragonesa y toda la ilusión de tener una comunicación directa con Francia.
Desde ese mismo momento se reclamó la reapertura, pero aunque Madrid está lejos del Pirineo, París está todavía más lejos. A la Administración gala no le causaba el más mínimo impacto el lamento aragonés. Lo malo es que, de un tiempo a esta parte, por iniciativa regional, se están arreglando tramos de la vía francesa acercándose a la frontera.

Si ahora nuestros vecinos del norte plantean poner en marcha este ferrocarril internacional, ¿qué haremos? No nos quedará más remedio que arreglar nuestra parte que está dejada de la mano de Dios porque no nos hacían caso. Anda, que si ahora plantean reabrirlo, ¿qué pasará con nuestro lamento?



Publicación de 1853 exponiendo las excelencias de la línea de Francia por Canfranc