El acceso al destino de hoy, Bonés, nos lleva a tiempos no tan lejanos en los que la gente se mareaba subiendo de Huesca a Sabiñánigo por la vieja carretera C-136. El tramo de las curvas y más curvas del puerto de Monrepós, los túneles antes de Arguis o el más largo de la Manzanera, con su fuente en la cara norte y el viaducto de Cubils salvando los primeros saltos del Flumen, a veces eran referencias poco poéticas. A las praderas de Bonés se puede llegar por una pista que sale de la boca sur del túnel de la Manzanera, junto a la que lleva a Belsué. Pero es preferible hacerlo andando por dos posibles senderos. Al final acaban en la citada pista, pero antes se ha disfrutado mucho más del paisaje y la naturaleza. Ambos están señalizados y dirigen a la ermita de la Magdalena. El primeros de ellos comienza poco después de tomar la vieja carretera de Arguis al puerto de Monrepós. Es el camino de las tiñas, por las construcciones para el ganado que hay junto a este camino. Tiene algún tramo aéreo que puede evitarse si se apuesta por la otra posibilidad.
El sendero a Bonés, excelente mirador del valle de Arguis
El segundo es más apto para todos los públicos. Comienza poco antes de Mesón Nuevo y el túnel. Presenta restos de su empedrado y pasa junto a la acequia de Bonés, discurriendo sobre la zona del túnel de la Manzanera. Al pasar al otro lado del monte por el que caminamos veremos el viaducto Cubils, la vieja carretera C-136 y la actual N-330 en fase de transformación en autovía.
El monte bajo se transforma en bosque conforme avanzamos en nuestro recorrido, con una imagen que nos hace pensar en un territorio más septentrional. Ricardo Mur, en el número 25 de la revista La Estela (2010), escribió que el puerto de Bonés «viene a ser similar al Puerto de Santa Orosia, en Yebra de Basa, pero en miniatura». Mur define con dos colores el paisaje de Bonés: «verde intenso y azul celeste».
Verde intenso y azul celeste
Después de un agradable paseo llegaremos a la ermita de Santa María Magdalena. Muros de piedra y alguna pequeña construcción nos lleva a pensar en Bonés como lugar para el descanso en tiempos de trashumancia o en estancias más largas cuando el clima lo permitía.
Adolfo Castán cita una necrópolis medieval de lajas en Bonés, junto a la ermita, en su libro Lugares del Alto Aragón. Manuel Benito Moliner, en el libro homenaje a Antonio Durán Gudiol, editado por el IEA en 1995, cita Bonés como población premusulmana, de la que sería su parroquial el mencionado templo. «Bonés fue propiedad de los sanjuanistas, hecho corroborado por la advocación de su iglesia», añade Manuel Benito.
Es, también, un territorio ligado a la búsqueda de caudales suficientes de agua por los habitantes de Huesca y que concluyó con la construcción del embalse de Arguis. Trasvasaron agua del Flumen al Isuela. Carlos Garcés Manau lo explica con detalles en el artículo «La mina de Bonés. Agua y fracaso en la Huesca del siglo XVII», publicado en el número 116 de Argensola.
Garcés explica que, entre 1602 y 1606, se produjo «un sorprendente intento, culminado con un sonoro fracaso, de atravesar la sierra con una mina de casi 300 metros de longitud, por la que debía discurrir el agua» entre Bonés y Arguis. Años más tarde, entre 1655 y 1657, se trazó una acequia que rodeaba la sierra y que continúa en servicio.
Hubo un tiempo en que Bonés fue Naturaleza… y paella. El diario oscense Nueva España, el 10 de julio de 1957, se refería al inminente concurso de paella que había organizado Peña Guara para celebrar en Bonés: «el concurso trasciende de los límites locales para adquirir una amplitud y una resonancia provincial y hasta regional».
Hubo concursantes barbastrenses, oscenses, zaragozanos y valencianos, que veraneaban en la Residencia ‘Daniel Francoy’, de Arguis. Se celebró el siguiente domingo, 14 de julio, y dos días después Nueva España destacaba la presencia de «más de ochocientos asistentes». Ganaron los valencianos. Era la sexta edición de un concurso de paellas creado para los socios de Peña Guara en 1951 por iniciativa de José María Laguna y Emilio Cabrero, según se explicaba en la crónica del diario local. Bonés sigue siendo un paraje tan atractivo como lo fue antaño, aunque no haya paellas.