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Un paseo desde el puente de Capella a las ermitas de San Martín y Santa Eulalia

Ábside de San martín de Capella

Capella tiene interés en sí y sirve de inicio para diversos paseos por el valle del Isábena. En Graus comienza la A-1605, que recorre este territorio. La primera población es Capella. Se puede dejar el coche junto al puente medieval. Allí hay una zona con mesas y bancos que servirá, por ejemplo, para reponer fuerzas tras el paseo de hoy.

El objetivo, en principio, era visitar San Martín y Santa Eulalia. Son dos obras románicas en estado muy diferente de conservación. En todo momento hay señales de madera o hitos de piedra que dirigen al caminante sin pérdida posible. El paseo se completará disfrutando de la muestra escultórica de Joaquín Sesé, el vecino de Capella que ha hecho visitables ambos edificios históricos y su entorno.

El paseo comienza en el puente sobre el Isábena. Espectacular obra medieval, con ocho arcos y una imagen muy particular, que lo hace inconfundible. Seguimos hacia la derecha, acercándonos a la cercana sierra. Las señales indicadoras tienen el detalle de informar en cada momento cuánta distancia hay hasta la ermita de San Martín de la Sierra y también los puntos donde desviarse para ir a Santa Eulalia y a los lagares.

Peces de piedra en el seco torrente

Caminamos durante 1,7 kilómetros por pista y 1 kilómetro por el sendero PR-HU 124. El paseo es agradable en todo momento, salpicado con esculturas de piedra local realizadas por Joaquín Sesé. Peces, insectos, aves… hasta un cocodrilo. Hay también una imagen escatológica de un varón, un pastor con sus ovejas, un Nacimiento y un nido de rapaces que piden respeto.

Jabalí de piedras junto al sendero

En un momento de la subida, una señal que nos dirige a unos lagares nos hace salir del sendero unos metros. Allí están excavados en roca los restos de tres lagares para preparar el mosto del vino y un panel informativo que explica todo con detalle.

Lagares

Poco antes de llegar a la ermita de San Martín hay un desvío que señala al paso de La Canal, que cruza la Sierra de Laguarres, para pasar del Valle del Isábena al del Sarrón. Dejamos esa opción para otro día. Hace calor en julio y no hemos salido lo suficientemente pronto. Vemos el desvío a Santa Eulalia, que visitaremos a la vuelta.

Vista general del conjunto de san Martín de Capella

Poco antes de llegar al destino de hoy, en un giro del sendero, se observa el conjunto de San Martín, encajado en la roca de la sierra. Su imagen lejana ya despierta la imaginación por lo sorprendente de su ubicación. Parece imposible levantar un edificio en un lugar tan agreste.

Hasta ahora, el camino había discurrido por zona soleada, sin apenas sombras. Ahora, cambia la vegetación porque entramos en zona de umbría. Tras la primera parte del camino, sorprende la humedad que hay ahora.

Poco antes de llegar a la ermita hay una fuente y un aljibe a la izquierda del camino. El conjunto religioso –y seguramente militar- ofrece una imagen limpia, sin vegetación que cubre los muros y con los sillares fuera de lugar amontonados en varios puntos. Esta tarea conservadora se debe a la labor de Joaquín Sesé, vecino de Capella. Su tarea permite disfrutar de un interesante conjunto de origen románico y de las incógnitas que plantea su razón de ser.

Restos de un muro con función defensiva

En la página web Románico aragonés y en el blog Románico en Ribagorza hay imágenes de cómo estaba hace unos años y cómo está ahora. Por lo que se ve, el edificio tiene ábside semicircular con dos ventanas y una nave. Algo pasó que limitó el edificio religioso prácticamente a la zona absidial, levantando un muro de cierre y una puerta. En la zona del altar hay restos de un pavimento de guijarros de colores que compondrían algún dibujo, difícil de identificar ahora.

El ábside conserva parte de un pavimento bicolor de guijarros

Adolfo Castán incluye esta iglesia en su libro «Lugares mágicos del Altoaragón», editado en el 2000. Afirma que es obra del «románico rural de cierta calidad gracias a la destreza de los albañiles que la aparejaron». El paisaje desde aquí es espectacular.

En el horizonte se dibujan, de izquierda a derecha, Peña Montañesa, Cotiella y el Turbón

Si seguimos el sendero unos metros más, encontramos bajo la roca unos muros delimitando espacios, seguramente corrales para guardar el ganado. Adolfo Castán documentó aquí unos grabados en la roca, formando dos escenas y algunas inscripciones. Lo ha recogido en el libro citado.

Espacios bajo la roca que conservan el humo de hogueras

En la página web Románico en Ribagorza y en el blog Románico aragonés hay también imágenes e información de nuestra última parada de esta mañana: las ruinas de la ermita de Santa Eulalia. Se conserva la planta, como un dibujo de un manual, y las piedras que se han caído de su sitio ordenadas en la nave, como sucede en San Martín. Hay unas pocas filas de sillares en todo el perímetro del templo, con la zona del ábside semicircular más deteriorada porque allí hay un fuerte desnivel. En donde estaba la portada está todavía la piedra con la hendidura semicircular que permitía girar la puerta.

Ruinas de santa Eulalia de Capella

Hay que volver al puente de Capella y almorzar junto al Isábena. Es una buena manera de acabar la excursión.

Puente de Capella

Una caja de capricho para dulces

«Una caja de capricho para dulces». Era el objeto que el confitero oscense Pascual Potoc aportaba para una cuestación a beneficio del asilo de las Hermanitas de los pobres de Huesca. Figuraba en el ejemplar de La Crónica de 2 agosto 1891. Esta caja del encabezamiento de la entrada también parece una caja de capricho para dulces de esa misma pastelería.

En su interior se conserva una etiqueta del establecimiento de Pascual Potoc. Era el propietario de una «confitería, pastelería y repostería» situada en el Coso Bajo 15 y 17.  El Coso Bajo siempre ha sido, y es, una calle muy laminera en Huesca.

La Crónica, 30 ctubre 18991

El arte de Cúchares y la pastelería de San José

La pastelería de San José estuvo en los números 9 y 11 del Coso Bajo oscense. Su propietario era Fabio Zubiri. Aparece mencionado como tal en un anuncio de El Diario de Huesca el 22 noviembre 1895.

Entre sus medios de promoción publicitaria, al igual que otros establecimientos comerciales de la época, empleaba unas tarjetas con una imagen de un personaje popular en el anverso y su dirección en el reverso. Aquí tenemos una del torero Francisco Arjona, Cúchares. Este último nombre acabó por definir el toreo: el arte de Cúchares. Me parece. Tenía otras, de distintos diestros del toreo de entonces. Estas tarjetas eran confeccionadas en la empresa J. Castellanos de Barcelona.

Habría que recurrir a la prensa oscense de finales del XIX para saber qué oferta tenía Fabio Zubiri.

El Diario de Huesca, 3 enero 1896

Falleció el 22 agosto 1904, tras «penosa enfermedad», según informaba El Diario de Huesca. Definía a Zubiri como «conocido industrial confitero».

Ruta de las cuatro ermitas: arte y paisaje en el entorno de Bonansa

La excursión discurre por el entorno de Bonansa

Ribagorza atesora mucho patrimonio natural y cultural. Uno de sus puntos fuertes es el arte románico. El catálogo abarca desde obras espectaculares como la catedral de Roda de Isábena, Montañana, Obarra o Alaón, hasta pequeños templos no menos interesantes. Hoy conoceremos varios de estos últimos.

Vamos a la Ribagorza más nororiental. Haremos una ruta circular que, saliendo desde Bonansa y siguiendo el sendero PR-HU 214, visita cuatro ermitas, disfrutando a lo largo del paseo, de excelentes vistas del Pirineo. Poco más se puede pedir.

Ermita de Sant Aventí

Subimos a la parte alta del pueblo, buscando un panel informativo que nos da cuenta del trazado y características de este recorrido. Empezamos a subir y, en diez minutos, estamos en la ermita románica de Sant Aventí (San Aventín). Es una obra del siglo XI, situada en el románico aragonés entre las más antiguas, junto a la de San Juan y Pablo de Tella. Bonansa queda a nuestros pies.

Bonansa desde Sant Aventí

Seguimos el sendero PR-HU 214 otros diez minutos y estamos en la ermita de Sant Roc (San Roque). Es románica, posterior a la anterior. Estamos cerca de Bibils (Bibiles). Bajamos al camino que lleva a esta localidad, pero enseguida lo dejamos para tomar un desvío señalizado para llegar a nuestro siguiente destino.

Ermita de Sant Roc

El sendero está muy bien señalizado con marcas blancas y amarillas, así como con postes de madera. Hay que estar atento a ellas porque a veces dejamos el camino para seguir por sendero o lo dejamos del todo. Caminamos por un pinar, ganando altura, hasta llegar a la ermita de Sant Salvador de Bibils (San Salvador). Según las paradas que hagamos habremos caminado cerca de una hora más.

Ermita de Sant Salvador de Bibils

Aquí hay un mirador con una mesa informativa. Señala un catálogo de cimas destacadas de nuestro Pirineo, llegando hasta la zona catalana más occidental. Hay que dedicar un rato a ver todo, desde las localidades que se ven: Señiu, Fonchanina, Ervera, Noales… las cimas que comparte con el valle de Benasque… mucho que ver y mucho que disfrutar.

La Ribagorza más nororiental desde el mirador de Sant Salvador

Volvemos sobre nuestros pasos para llegar al cruce que hemos tomado antes a la derecha y hacerlo ahora en dirección contraria. Llegaremos, tras un paseo de unos diez minutos en sentido ascendente, a la ermita de Santa Llucia (Santa Lucía).

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Llegamos a Santa Llucia

Estamos en el término municipal de Laspaúles. El templo fue levantado en el siglo XVI. Tiene en su interior un manantial de agua. La tradición le atribuye capacidades curativas de las enfermedades de los ojos, relacionadas con el culto a esta santa.

Fuente en la ermita de la santa

Aquí hay otro mirador, con la localidad de Alins como principal protagonista. Es curioso que, estando muy cerca de la carretera del Isábena, hay que ir por la de Laspaúles, más al norte, para poder llegar. El motivo es el tremendo desnivel que hay entre la población y la A-1605.

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La localidad ribagorzana de Alins desde el mirador de Santa Llusia

De nuevo, siguiendo las señales informativas que nos guían continuamente, nos dirigimos al Alto de Bonansa pasando por la zona de prados denominada Els Plans. Son tres cuartos de hora de camino, que se pueden ampliar haciendo fotos del paisaje, de Alins, o de la cantera de piedra cercana si nos gusta este tipo de paisajes.

Roca de las nueve cadollas

En la primera parte del recorrido, también señalizada, está la posibilidad de visitar la Piedra de las nueve cadollas. Es una gran roca, con nueve agujeros (cadollas) en las que, según la tradición, las encantarias (medio hadas, medio duendes) lavaban aquí su ropa.

Paseando por Els Plans

Seguiremos descendiendo hacia el Alto de Bonansa. Poco antes de llegar hay una señales muy desdibujadas que indican un sendero directo a Bonansa. Si finalmente llegamos a la carretera A-1605 en el citado alto, deberemos cruzar la carretera y tomar el GR-15, también bien señalizado con marcas rojas y blancas, así como con postes de madera, paralelo a la carretera y asilvestrado en su último tramo. La fuente vieja de Bonansa es el punto final de la excursión. En alguna guía hemos leído que hemos recorrido 7 kilómetros con un desnivel acumulado de 305 metros de subida y otros tantos de bajada.

«El Buen Gusto» y la propaganda de una pastelería oscense del XIX

Tarjeta de propaganda

El Buen Gusto era una pastelería oscense en el período de la Restauración. Su dueño era Bernabé Morera, persona que no se ciñó a la elaboración de dulces para los lamineros paladares de las gentes de Huesca. En la cabacera figura uno de sus reclamos publicitarios. En la prensa también ofrecía sus productos:

Anuncio publicado en La Crónica (12 enero 1891)

Según escribe Juan Carlos Ara («A escala. Letras oscenses. Siglos XIX-XX» 1999) había nacido en Albalate de Cinca en 1862. Siendo adolescente se trasladó a vivir a Huesca donde pondría en marcha la que sería una afamada confitería: «El Buen Gusto». Era de ideología republicana y formó parte de varias logias masónicas. Colaboró en La Brújula, el periódico de Pascual Queral y posteriormente en otras publicaciones locales.

Publicó «Huesca por fuera». Ara lo define como un «libro de limitada calidad literaria», destacando que era «revelador  del vivir dominical y alegre de la juventud oscense de la Restauración.

La situación política oscense propició que a finales del siglo XIX emigrara a la Argentina. No era de la cuerda política de Manuel Camo. Juan Carlos Ara, en el libro citado, hace un detenido estudio de este escritor, que estaba al frente de una confitería.

Anverso de la tarjeta de propaganda

El sonido de la trashumancia

El rebaño por la calle doña Sancha esta mañana

El sonido de las esquilas es un despertador original. Puede escucharse por Huesca en las fechas en que los rebaños bajan o suben del norte al sur para buscar pastos o el cobijo de los establos. Hoy se ha producido esta situación.

Eran las siete y media de la mañana, aproximadamente. En este caso, ovejas y cabras suben a cotas más altas donde sea más llevadero sobrellevar el clima.

Las calles Alcañiz, doña Sancha, Teruel, avenida de los danzantes, Lucas Mallada hacia Apiés componen una de las rutas habituales en esta fase «ascendente» de la trashumancia. Trabajos casi desaparecidos que se mantienen o vuelven porque la situación económica lo requiere.

De Oliván a Casbas de Jaca

El camino discurre en su parte alta por un bosque de hayas

Estamos en el valle del Gállego. El sendero de Oliván a Casbas de Jaca, pasando por Susín (que dejamos para otro capítulo), es empinado en algún tramo, pero acoge un agradable paseo entre bosques de pinos, primero, y luego de hayas. Es un ambiente muy propicio para la ensoñación. El caminar solitario con el sonido de los pájaros, los diferentes tonos verdes, según la vegetación del entorno… todo es muy sugerente.

Ya no hay habitantes que definan el camino levantando muros de piedra seca. De los que quedan solamente se acuerda el musgo, que los cubre para que no se vayan como hicieron las gentes que por aquí habitaron hasta no hace tanto tiempo.

El muro de piedras nos habla de tiempos pasados

«En Casbas siempre habían vivido seis familias». Carlos Tarazona lo afirma tras consultar una de las memorias para escribir su libro «Pinos y Penas» (2019). Trata sobre la repoblación forestal y la despoblación en Huesca. Aunque siempre había sido esa cifra la de su población, este autor apunta que, en 1948, tres familias ya no estaban en Casbas y los que no habían marchado, «según esta memoria», era por «su escasez de capital disponible». Se planteó la venta del término al Patrimonio Forestal. La formalizaron vecinos de las casas Abadías, Piquero, Aínsa, Miranda, Escolano, Diego y Maza. Además, lo hicieron de Casa Mallau, del cercano núcleo de Susín, porque poseían una pequeña parte del monte de Casbas de Jaca.

Las ruinas se ahogan entre la vegetación. Al fondo, la montaña permanece inmutable

El primer ofrecimiento se hizo en 1945. Se firmaron las escrituras de compra en 1952 y dos años más tarde se concluyó el proceso económico. En ese momento, los vecinos de Casbas de Jaca ya se habían trasladado a El Puente de Sabiñánigo, Puente Sardas, Senegüé, Jaca y Biescas.

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Parroquial de Casbas de Jaca

En Casbas de Jaca te recibe el recio edificio de la iglesia. Perdida la cubierta, los muros se resisten a perder su verticalidad. Saben que es cuestión de tiempo, pero resisten. Muy cerca está la fuente. Al fondo se ve el agua manando, pero se pierde sin poder beberla. No hay cántaros que apoyar en las hornacinas. La ruina deforma el lugar de relación social diario del pueblo. La fuente, el abrevadero, el lavadero… trabajo y charradeta para ver cómo pasaba el tiempo, el trabajo o la familia.

Fuente de Casbas de Jaca

La vegetación se ha adueñado de las casas. Era su territorio ante de la llegada del ser humano. Ahora, tras irse, se recupera lo que era propio. La decoración con motivos circulares permanece en un muro.

Restos de una vivienda con un detalle decorativo

Al fondo, las montañas son testigos silenciosos. Paisaje impresionante que no daba de comer entonces a las gentes. El ganado y las estrechas fajas de tierra era lo que había. Poca cosa. Bajaron al valle. Es más amplio y hay sitio para todo. O casi todo. Y, si no, como cantaba Labordeta, «hay tierras al este donde se trabaja y pagan».

4 junio, Sancho Ramírez y Montearagón

El castillo de Montearagón antes de la restauración de los años 70 del siglo pasado (Foto Sicilia. Zaragoza)

4 junio 1094 – 4 junio 2021. Otro aniversario del fallecimiento del rey Sancho Ramírez. Fue el monarca que quiso conquistar Huesca para Aragón y murió en el empeño. Lo materializó dos años después su hijo Pedro I. Como elemento destacado en su plan, Sancho Ramírez ordenó levantar una castillo en una loma próxima a Huesca. Nacía Montearagón. Ahora, en el castillo abadía, está en pleno desarrollo una actuación para consolidar sus restos y dignificarlos. Hay tiempos de guerra y de paz, tiempos de destruir y de construir. Volvemos al Eclesiastés.

Accidente mortal de un navatero en el Isábena (1929)

El río Isábena a su paso por las proximidades de Roda

El Diario de Huesca, en su edición del 5 septiembre 1929, alertaba de «El peligro de las armas. Un navatero muerto». El titular venía a cuento porque al navatero Ramón Ballarín, mientras conducía madera por el río Isábena, se le disparó la escopeta que llevaba, falleciendo de la herida que se produjo en el vientre. Tenía 26 años, era natural de Esplús y vecino de Roda. El transporte de madera por el Isábena está documentado y pudo realizarse hasta la construcción de la presa de Barasona en el río Ésera del que era afluente. Esta obra hidráulica se realizó entre 1929 y 1932.

Recorte del suceso, publicado en la pimera página

Mensaje en una postal (Barbastro)

Postal «Recuerdo de Barbastro». Foto Peñarroya (Jaca)

Las postales son interesantes por su anverso y su reverso. La imagen que llevan impresa nos habla de un paisaje, una calle, un monumento, una persona, una tradición… Se puede saber el tiempo de su impresión por las características técnicas de la propia imagen, blanco y negro o color, ese edificio desaparecido hace años o la imagen que tanto culto tiene en un rincón determinado.

Esta que hay arriba nos habla de Barbastro. Lo hace con dos elementos muy importantes en su día, desaparecidos ambos por las reformas administrativas que se deciden periódicamente desde Madrid. El cuartel general Ricardos y el servicio de ferrocarril fueron dos pérdidas sensibles para Barbastro. El texto del reverso alude a la llegada de reclutas en el tren al cuartel general Ricardos. La misiva no está firmada ni fechada, pero por la edición de la postal –a finales de la década de 1960- cabe pensar en esos momentos. Debió mandarla en un sobre porque no hay dirección, sello o matasellos. Un soldado, en un momento de asueto vespertino en la cantina, escribe a su familia. Cuatro líneas para que sus padres sepan que está bien. La imaginación siempre permite estas licencias al leer una postal.

La máquina de la fotografía es una locomotora de la factoría Maffei. La compañía ferroviaria MZA compró entre 1903 y 1911 un total de 21 máquinas 2-3-2T. Lo incluye Pere Comas en su trabajo «Breve historia de la tracción vapor en M.Z.A.».

La imagen, del fotógrafo jaqués Peñarroya, recoge la salida de un convoy de la estación de Barbastro, cuando está a la altura del cuartel general Ricardos. Forma parte de una postal junto a una vista general del citado acuartelamiento. El maquinista, consciente del momento, se asoma para participar en la ceremonia.

Aunque no pone la fecha, podía ser de los años 60 de la pasada centuria. En el blog trenesytiempos.blogspot.com hay una locomotora de este modelo, la 232-0201 según numeración de Renfe, en la estación barbastrense. La imagen está fechada en junio de 1966. En esta década fueron retiradas de la circulación casi todas estas locomotoras, quedando unos pocos años más un pequeño grupo que fue fuelizado. En el libro «El ferrocarril de Selgua a Barbastro», de Andrés Botanch Callén, figura también alguna locomotora de esta serie, incluida esta de la foto de Peñarroya.