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Habitaciones para veraneantes

Iglesia parroquial de Castejón de Sobrarbe en 2004

La pandemia del coronavirus ha situado como alternativa muy atractiva en nuestra provincia los alojamientos de turismo rural. Es una experiencia que, en su historia más reciente, surge de las iniciativas que planteó la Diputación de Huesca en los años 80 de la pasada centuria. Me parece.

Pero esto de acudir al Pirineo a un alojamiento alquilado y no a la vivienda de los cuñados no es nuevo. En el primer tercio del siglo XX comenzó el trasiego de visitantes llegados de la tierra llana al Pirineo buscando su valores naturales y necesitando un alojamiento.

Eran una minoría, pero, a finales de los años 20, la Cámara de la Propiedad Urbana anunciaba en prensa una oferta de «habitaciones para veraneantes». Los interesados podían informarse en su sede, situada entonces en la calle Sancho Ramírez, 4, segundo, de Huesca.

Una de las viviendas ofertadas estaba en Castejón de Sobrarbe. Era una «casa solariega, capaz para familias numerosas, perfectamente amueblada, con oratorio completo y toda clase de comodidades». Tenía como oferta añadida, un «monte de 53 hectáreas para caza».

En Berdún se situaba una «casa recientemente construida, en el centro de una huerta» a un kilómetro de casco urbano. Tenía «cocina y siete habitaciones, sin muebles». Se alquilaba por 200 pesetas la temporada. «Lo que se convenga» si había que añadir los muebles. En Biescas había una habitación amueblada, «en punto concurrido, frente a la carretera».

La oferta se completaba en Villanúa. Se ofrecía un piso amueblado «en el punto más céntrico del pueblo» (700 pesetas temporada o 400 sin amueblar). También había una casa, sin amueblar, «en sitio higiénico y pintoresco del mismo pueblo». Aquí se pedían 300 pesetas anuales.

Se publicaron entre los días 22 y 23 de mayo de 1929 en La Tierra y El Diario de Huesca. En 1932 seguían los anuncios y aumentaba la oferta. La repasaremos otro día.

Todo a su tiempo

En poco tiempo, dentro de este extraño verano, me he encontrado con dos referencias a unos versículos del Eclesiastés que parecen escritos para estos momentos. Los recogen Irene Vallejo en su libro «El infinito en un junco» y Carmen Posadas en un artículo de opinión de «XL semanal». Sirvieron también, en los 60, de letra para uno de los temas más conocidos de Peter Seeger: «Turn, turn, turn».

«Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz».

Puesto que llevamos tanto tiempo destruyendo, igual es tiempo de edificar. Me parece.

Si el enlace funciona, esta es la versión de «Turn, turn, turn» que popularizó el grupo The Birds: https://youtu.be/W4ga_M5Zdn4

Cella, en Teruel. Su pozo artesiano y sus patatas

Cella-1
Pozo artesiano de Cella

Cella está en la provincia de Teruel. Es fácil llegar. Está muy cerca de la A-23, autovía mudéjar. Tiene varios elementos de interés que justifican la visita. Pero me centraré en dos que me llamaron especialmente la atención cuando estuve allí hace poco tiempo. Son el pozo artesiano y las patatas. Del popular tubérculo se puede decir que cocido sale muy bueno, pero al freírlo, alcanza el máximo grado. Un diez para las patatas fritas de Cella.

Javierre del Obispo, un relajante paseo bajo el sol, mientras la niebla hiela el llano

Casa Oliván

Javierre del Obispo está muy cerca de Sabiñánigo. Se puede llegar por la carretera que, en la variante de la N-330, dirige a Latas, primero, y luego a Lárrede, Busa y Oliván. Por aquí está, también, Satué. Su primitiva actividad agro ganadera, propia de todo el entorno, se complementa ahora con la segunda vivienda y el turismo rural. Tranquilidad, sol y paisaje sugerente, mientras en la tierra llana y los fondos de valle la niebla domina sin piedad el final del año 2019.

La altas cimas del valle de Tena al fondo, desde Javierre

Me encuentro con una señora en la calle por la que he llegado a Javierre. Le comento que he estado en Satué, que me ha llamado la atención el lavadero y el horno, aparte de la iglesia, claro. Me dice que en Javierre no hay tantas cosas para ver. Debe bromear porque  lo dice delante de su casa, Casa Oliván, con una espectacular fachada de piedra del siglo XVII, coronada por una recia chimenea circular típica del Pirineo. Hay que venir a Javierre del Obispo, aunque solamente sea para ver esta casa… y los dos mastines que la protegen. No lejos de aquí, ocas y gallinas alborotan levemente el silencio del conjunto. Esta señora me comenta cómo han restaurado sus hijas la casa y me indica algunas fechas que lucen en las puertas de las tres partes diferenciadas que tiene el edificio.Sigue leyendo «Javierre del Obispo, un relajante paseo bajo el sol, mientras la niebla hiela el llano»

Sinfonía de agua entre Pineta y la Larri

Llanos de la Larri

Los llanos de la Larri son un buen destino para una jornada de senderismo, siempre que el tiempo no sea extremo. En el puente de la Inmaculada se dio una buena coyuntura meteorológica y se pudo pisar un poco de nieve, subir y bajar sin problemas, y disfrutar de un paisaje espectacular.

Nuestro destino de hoy está en Pineta. Debemos llegar hasta Bielsa por la A-138 desde Aínsa y luego seguir hacia el norte, tomando el primer desvío señalizado, a la izquierda, antes de un pequeño túnel. Javierre de Bielsa, el embalse de Pineta, el paisaje salpicado de nieve este año como pocas veces y ya llegamos.

Hay que dejar el coche en el aparcamiento de la pradera de Pineta y seguir las indicaciones. Hay tras tres alternativas para llegar al destino de hoy. Mezclarlas puede ser interesante. Todas están bien señalizadas.

Última cascada del Cinca antes de llegar a la pradera de Pineta

Se puede comenzar el paseo por un camino que se aproxima a la parte izquierda de las murallas rocosas de Pineta. La nieve se había helado y, aunque no era mucha, hacía lento el caminar. Era cuestión de buscar las pisadas del senderista anterior para agilizar el paso. Subiendo continuamente, llegamos a una primera parada. La última cascada del Cinca antes de llegar a la pradera de Pineta y el paisaje que había sobre ella de las cimas del valle desde otra perspectiva alegraban la retina y el espíritu.

Poco después, había una señal que dirigía a la cascada del Cinca, o de Marboré, pero declinamos la invitación y continuamos por el camino, ya en el otro lado del valle, con sol y sin nieve. Entretenidos con el paseo, pasando sobre la cascada seca del barranco de Montaspro, casi sin pensarlo, llegamos a una de las cascadas de la Larri. Punto de romería porque aquí confluye con el camino por el que subíamos el sendero que asciende desde las cercanías del Parador Nacional, acompañando al agua que baja de la Larri en todo momento.

Cascada donde confluyen camino y sendero

Enseguida llega un nuevo enlace con el sendero que sube desde la ermita de la Virgen. Son las otras dos alternativas para completar este paseo. En este punto, puede dejarse el camino y acortar por el GR-11, que traza una línea más directa para llegar a los llanos de la Larri, primer destino de hoy. Depende del ardor senderista de cada cual.

Telón de fondo para los llanos de la Larri

Estamos en la Larri. Vemos el fondo del valle de Pineta desde otro ángulo y a más altura. Otro aliciente. Nos queda un último tramo hasta llegar al fondo de este nuevo valle y disfrutar de otra cascada, espectacular, que será banda sonora para acompañarnos en el siempre importante momento del bocadillo.

Cascada de la Larri

Reconfortados material y espiritualmente con semejante paisaje, bajamos por el GR-11 hasta ese punto donde podemos seguir directos a la ermita, si no tenemos mayor interés, o volver a la cascada de la Larri que hemos visto subiendo y descender junto a su cauce durante media hora, por una serie interminable de escalones marcados con madera y varios miradores para fotos, videos, selfies y otros menesteres tan tradicionales últimamente.

El agua del barranco de la Larri y sus cascadas generan imágenes muy atractivas

Nos despedimos de las cascadas del río de la Larri, que nos han acompañado desde el puente hasta la misma pradera de Pineta, y acabamos el paseo. Impresionante.

«Elementos para un discurso»

Un momento de la inauguración

 Mi sobrino Antonio (Fernández Alvira) ha inaugurado una exposición, que ha titulado «Elementos para un discurso», en una de las salas del zaragozano «Pablo Serrano», sede del Instituto Aragonés de Arte Contemporáneo (IACC). Se plantea una visión crítica sobre «la pretensión de alcanzar una verdad esencial e irreductible». Así se indica en la información que se ofrece a la entrada a la muestra. Hay preguntas que el artista deja en la mente del visitante ya al entrar y que le pueden acompañar durante todo el recorrido.

Una de las piezas de la muestra

Toma como recurso para plantear estas cuestiones  «los mecanismos de exhibición utilizados en la museología arqueológica». Frente a una entidad rotunda del pasado, Antonio toma partes de materiales de carpintería sin valor para la historia y las reelabora de manera que parezcan elementos arqueológicos: «no estamos ante fragmentos de antiguos monumentos, sino ante una falsa ruina normativamente construida».

Restos de pìezas de madera presentados como elementos arqueológicos

Una sala con abundantes restos de capiteles e información técnica sobre ellos comparte espacio con esos elementos reelaborados. De ahí la necesidad de someter a crítica la pretensión de la verdad esencial e irreductible o gestionar la pluralidad, la escucha y recepción de relatos silenciados. Antes de terminar,  el artista plantea una última pregunta a quien visite su muestra: «¿cómo se articulan las relaciones entre saber y poder en los espacios institucionales de conocimiento?

Recreación de un espacio dedicado a la conservación de piezas arqueológicas

Una bateadora y una niveladora ponen color verde en la monótona estación oscense

Bateadora y niveladora estacionadas en Huesca

El cotidiano paseo matinal se puede convertir en una sorpresa ferroviaria que desata la imaginación, primero, pero que queda más suave al conocer más detalles. El caso es que ya había visto una extraña composición en la estación de ferrocarril de Huesca. Dos elementos, de color verde, muy técnicos ellos, situado en la vía central, que no tiene andenes de acceso.

La imaginación vuela. Esto debe ser para mejorar otro tramo del Canfranc, o para trabajar en Plasencia en el apartadero… Pero no. El caso es que se trata de una bateadora y una niveladora con las que se están haciendo trabajos de mantenimiento en la línea Huesca- Plasencia. La bateadora, según me han explicado, levanta la vía y mueve el balasto –las piedras que hacen de manto sobre el que se colocan vías y traviesas- para que luego, la niveladora sitúa ese balasto en las mejores  condiciones posibles y la línea adquiera su máxima horizontalidad. Así el viaje es más cómodo y seguro. Me parece. Bueno, no es espectacular, pero algo es algo. Seguiremos paseando.

El convoy de mantenimiento rompe la monotonía del Tamagochi oscense

La memoria de un tiempo pasado en la fuente lavadero de Satué

Conjunto del lavadero y la fuente de Satué

Satué es uno de los lugares de la ruta del Serrablo –en el entorno de Sabiñánigo y Biesca-, con interesantes elementos de arquitectura religiosa altomedieval. Pero no acaba aquí su interés, aunque el elemento que traemos sea más prosaico que un templo religioso. Es testigo, también, de la vida cotidiana de sus gentes durante bastante tiempo.

El conjunto «hidráulico» de Satué está a las afueras del pueblo y en él destacan la fuente y el lavadero. Lo completan el abrevadero y una balsa. La fuente es de piedra, planta cuadrada y cubierta a dos aguas. Está coronada por un arco de medio punto, sobre el que se lee un año: 1947. Una puerta con verja metálica protege el pozo. El agua se suministraba a una pila anexa y al abrevadero.

Fuente de Satué

Enfrente está el lavadero. De construcción rectangular, es obra de piedra, cubierta de losa a cuatro aguas descansando sobre un entramado de madera. En su interior, junto a la pila de lavado, se conserva el hogar con chimenea donde se calentaba el agua, y tres  «coladeras», piedras circulares sobre las que se ponía un recipiente con la ropa lavada y se echaban ceniza y agua caliente, mezcla blanqueadora anterior a la lejía.

Fogaril, al fondo, y piedras coladeras

En el inventario del patrimonio aragonés –sipca.es- se indica que «de los edificios conservados en la actualidad el más antiguo es el del lavadero, que data de 1905, mientras que la fuente debió de ser realizada en 1947». O al menos se hizo una reforma importante que justificaba la colocación de la fecha. En esta página web se añade que «a finales de 2009 y principios de 2010, algún tiempo después de que los vecinos llevaran a cabo el desescombro del conjunto, el ayuntamiento financia la restauración del conjunto y el acondicionamiento de su entorno, que lleva a cabo la empresa Mallata».

Estructura del lavadero de Satué